lunes, 17 de diciembre de 2012

LÁGRIMAS EN LA SOPA


                       “P L U M I   E L  J I L G U E R O"                                                                     


    Marino era un cazador de pájaros con red que luego metía en jaulas pequeñas y estrechas. Marino nos regaló a “Plumi” que era el nombre que papá dio al jilguero cuando lo vio metido en su jaula nueva. - Hola plumillas, ¡caramba que amarillo!-     
      A mí me gustaban mucho los animales y el pájaro era el primero que mis padres me dejaban tener. Cantaba tanto que los domingos por la mañana mamá le ponía mi jersey por encima de la jaula. Así no nos despertaba. 
    Me pasaba muchas tardes mirando como saltaba en la barra y me miraba con unos ojos negros y diminutos que parecían hablar. Cuando me retiraba de la jaula “Plumi” comenzaba a cantar de nuevo y yo me ponía contento. 
      En verano lo sacamos a la terraza para que no se aburriese y mi padre le hizo un tejado para el techo de la jaula. Los domingos cuando regresábamos de excursión le encontrábamos acurrucado en una esquina. A mí me parecía que había pasado miedo. ¿Tendría miedo a la oscuridad como yo? 
      En otoño hacía frío y ya no sacábamos a “Plumi” a la calle. Dejó de cantar y se quedó mudo. Yo lo veía cada vez más triste y me daban ganas de llorar. 
       Entonces mi padre abrió la jaula y sacó a “Plumi”. Lo estuvo acariciando mucho rato y cuando me lo dio me puse un poco nervioso. Cabía entero en mi mano y notaba los golpes de su corazón. En un impulso se me escapó y empezó a volar por la habitación tropezándose con las paredes hasta que se posó en un sillón.                  
        Desde ese día lo sacábamos de la jaula y dejábamos que se entrenara volando por la habitación. Cada vez tenía menos miedo de mi mano y comía galleta machacada sin asustarse. Pero no cantaba. No estaba contento.                               
       Un día mi padre quiso abrir la puerta de la jaula.- así saldrá cuando quiera y entrará cuando tenga hambre, ¿no te parece? -. Mi padre decía siempre “no te parece”. Dejamos la puerta de la jaula mucho tiempo abierta pero nunca salió de la jaula.    
      Un sábado mi padre estaba trabajando. Era un día de invierno  y hacía un sol muy brillante.  El pájaro empezó a cantar por la mañana y yo me puse muy contento.- “Mamá, mamá, mira como canta “Plumi”.   
Lo sacó a la terraza para que tomara el sol como en verano y al mediodía el tiempo cambió de repente. El cielo se puso negro y empezaron a caer gordas gotas de agua que hacían mucho ruido en los cristales.
    -¡Pablo, mete al pájaro!- me gritó mamá desde la cocina. Cuando llegué a la terraza vi como Plumi se lanzaba a volar entre la lluvia y llegaba hasta un tejado más bajo. ¡Mamá, mamá!

Mis hermanas y mi madre corrieron al balcón y todos lo llamábamos angustiados. “Plumi” quería volver, pero el viento cada vez lo alejaba un poco más. Mis hermanas y yo llorábamos mucho.

     Llegó la hora de la comida y mi padre se sentó a la mesa. Yo empecé a llorar y después mis hermanas. Le contamos todos a la vez lo que había pasado y papá dijo -“Plumi escogió la libertad y estará feliz buscando su pareja. Podemos comprar otro... ¿no os parece?”.

      La lluvia era entonces muy fuerte y yo pensaba en donde podría estar “Plumilla”. Mis lágrimas caían de mi nariz a la sopa.

 

                                                  













     
 


1 comentario:


  1. · Plumilla alcanzó la libertad. Sobrevenida pero libertad. Las lágrimas son el precio del momento, que se convierten en alegres al valorar el concepto de libertad.
    · La foto, una buena metáfora de Plumilla. estará contento.

    · Saludos y montaña

    · CR · & · LMA ·

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